Traslucen recuerdos en la piel, la caricia desvela el sueño placentero pero más placer le da la penetración consabida entre la canoa húmeda que se hunde por espacios en sus conexiones neuronales. Chispas de roces eléctricas que ponen los pelos de punta. Después de un buen revolcón se levanta, se lava la cara con agua tibia y dispuesta se mira al espejo donde el reflejo la contesta con una sonrisa.
2016/08/22
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